jueves, 24 de mayo de 2012

RAYMOND CHANDLER, APUNTES PARA UN ESCRITOR

LOS APUNTES DE CHANDLER SOBRE LA NOVELA DE MISTERIO.


           Debe ser la novela con credibilidad, tanto en sus situaciones como en el desenlace; con acciones, personajes y circunstancias plausibles (No se valen los finales tramposos ni las manidas historias de “círculos cerrados”. Nada de elaborar escenarios tan sofisticados como los de Agatha Christie en el Asesino en el tren a Calais).

       Debe ser técnicamente solvente, sólida, tanto en el método de asesinar como en el de detección. Nada de venenos fantásticos ni efectos falsos. Si el detective es un policía, debe proceder como si fuera y tener la mentalidad y el físico de uno de ellos. Conan Doyle y Poe fueron primitivos en este arte. Ellos hicieron cosas que hoy no pueden admitirse (También las policías eran rudimentarias en sus tiempos). Conan Doyle mostró que no sabía todo acerca de Scotlan Yale y sus hombres. Christie comete la misma estupidez.

      Hay que ser muy honesto con el actor, algo que siempre se dice pero no siempre se hace. Los hechos importantes no solo no hay que ocultarlos; tampoco hay que distorsionarlos con falsos énfasis. Y los hechos no importantes no deben ser proyectados como si fueran para engañar al actor. Este debe tener todos los elementos para resolver el problema; tampoco crear tramas que exijan conocimientos especiales en los lectores.

     Debe ser realista, tanto en los personajes, como en escenarios y atmósferas. Debe tratarse de gente real en un mundo real.

     Debe haber una historia convincente y sólida, a parte de los elementos policíacos. La investigación en si misma debe ser una aventura digna de ser leída.

      Para lograr esto, la historia debe contener algo de suspenso, aunque sea solo intelectual. Esto no quiere decir que deba ser amenazada y menos quiere decir que el detective debe vivir amenazado gravemente. Debe haber conflictos, físicos éticos o emocionales, y solo algunos elementos de peligro en el más amplio sentido de la palabra.

      Debe haber colorido, elevación y cierto brío en la narración.

      Debe tener la suficiente simpleza esencial como para ser explicado todo al final. Posiblemente esta sea una de las reglas mas frecuentemente violadas. El desenlace ideal es aquel en el cual todo se releva y explica en un momento de la acción. Pero esto es raro, porque todas las buenas ideas son raras. La explicación debe ser no demasiado breve (Excepto en los guiones). Pero debe ser interesante en si misma; algo en los que los lectores estén ansiosos por saber y no una nueva larga historia con nuevos ambientes, nuevos personajes y nuevas complicaciones. No es juego limpio hacer que el lector retenga miles de trivialidades para después decirle que dos o tres eran las decisivas. Ni debe hacerse que el lector sepa de química, metalurgia, o las costumbres de la Patagonia.

    Debe esperarse que el receptor sea un lector razonablemente inteligente. Aunque esta sea una cuestión muy difícil de definir.

      La solución debe verse inevitable una vez revelada. Esta es una regla importante en cualquier ficción. Hay que hacer que el lector no se sienta trampeado ni loco, o en todo caso que sienta que el engaño es honorable.

      No hay que hacer todo a la vez. Si se trata de una obra de enigma, mas o menos fría, no puede también incluirse una aventura violenta ni un apasionado romance. Por otra parte, una atmósfera de terror destruye un pensamiento lógico. El detective no puede estar amenazado y ser un héroe al mismo tiempo; y el asesino puede ser una víctima atormentada por la circunstancia y a la vez un pesado.

      Debe penarse al criminal en un sentido o en otro, pero no necesariamente mediante la acción legal. Contrariamente al criterio popular, este requerimiento no tiene nade que ver con la moralidad. Simplemente, es parte de la lógica de la detección. Aunque el título habla de “Doce reglas” en realidad son más, pues hay una addenda del propio Chandler.